En Projects Abroad recibimos con cada vez más frecuencia preguntas sobre el voluntariado en familia. Su creciente popularidad es fácil de entender cuando piensas en las experiencias que se abren para padres e hijos. El voluntariado familiar es una experiencia reveladora y gratificante que te da la oportunidad de enseñarle a tus hijos sobre otras partes del mundo, diferentes culturas y la importancia de ayudar a otros.
Bart Fatan, padre de familia proveniente de Bélgica, vivió esto por sí mismo recientemente en sus proyectos de voluntariado familiar en Fiyi, Perú y Kenia. Cuando volvió, nos reunimos con él para que nos contara cómo fue su experiencia haciendo un impacto en el extranjero con su familia.
La decisión que les cambió la vida
Bart tiene una vida muy ocupada como gerente en una fábrica automotriz. Con tantas actividades diarias, decidió que quería tomarse un descanso para hacer algo valioso. Comenzó a buscar formas alternativas de viajar en las que él y su familia pudieran aprender algo sobre otras culturas y comunidades.
“Las vacaciones en un gran resort son tan aburridas”, dice Bart. “Quería experimentar algo que no puedas hacer sin una organización”.
Bart decidió tomarse un permiso parental de 8 meses y asistió a una jornada informativa de Projects Abroad en Bélgica. El mismo día y sin pensarlo dos veces, eligió tres proyectos.
“Realmente no tenía ningún país en mente”, nos cuenta. “Todo lo que quería era ayudar en algún lugar del mundo. Se trataba de la experiencia en sí, no de enfocarse en las pequeñas razones por las que crees que deberías o no hacer algo como esto”.
Para Bart, elegir Projects Abroad fue una decisión fácil. “Me encanta la naturaleza, especialmente cuando no ha sido tocada por el hombre. Projects Abroad ofrece una gran variedad de Voluntariados de Conservación en lugares únicos. El contacto con Projects Abroad fue muy sencillo y lo que incluyen sus programas es incomparable con otras organizaciones de voluntariado”.
Bart eligió el Voluntariado de Conservación de la Selva Amazónica en Perú y Conservación de la Sabana Africana en Kenia. Su tercer programa fue una combinación del Voluntariado Cultural y el de Conservación de Tiburones en Fiyi. La mayor parte del tiempo hizo trabajo voluntario por su cuenta, pero su familia se unió por algunas semanas.
Involucrando a su familia
Bart dejó que su esposa e hijos decidieran si querían unirse a los proyectos. “No forcé a los niños a unirse. Ellos debían decidir si querían vivir una experiencia como esta. Mi esposa, Fabienne, tuvo problemas con la idea al principio, pero rápidamente se convenció de que sería una experiencia positiva. Al comienzo los niños se tomaron la idea de trabajar muy ligeramente. Creían que sería como un día de trabajo típico en Bélgica”, comenta Bart riendo.
Cuando le contaron a sus amigos y familia sobre sus planes, hubo opiniones encontradas que iban desde críticas hasta admiración. “Algunas personas no entendían nuestra misión en el extranjero, pero nunca traté de convencer a nadie de que lo que hacíamos era lo correcto”, explica Bart. “Hice esto principalmente por mí y mi familia. Experimentar otras culturas, idiomas y comunidades es muy diferente a solo escuchar sobre ellas. Tienes que vivir estas cosas por ti mismo antes de que realmente puedas entenderlas”.
Lecciones de vida en el Amazonas
Los hijos de Bart, Laurence (9 años) y Gilles (11 años) no se encontraban en periodo vacacional y para que pudieran unirse, Bart y Fabienne tuvieron que pedir permiso a las escuelas. “Hubo mucha comprensión y apoyo en sus escuelas”, señala Bart: “Comprendieron el propósito final de los viajes. Lo que Laurance y Gilles vivieron en Perú, Kenia y Fiyi es algo que nunca podría aprenderse en la escuela”.
Gilles y Laurence adoraron el voluntariado ambiental en Perú en la Reserva Ecológica Taricaya. “El trabajo fue adaptado para los niños, así que pudieron ayudar en muchas cosas: trabajaron con animales, observaron aves y mariposas. Fue muy agotador para ellos, pero amaron cada parte del proyecto”.
La familia nunca se quejó de la sencillez del alojamiento y vivieron momentos increíbles. “Después de las 9 pm no había electricidad en la reserva. Por el día se usa un generador eléctrico. Es algo a lo que hay que acostumbrarse, pero los niños nunca tuvieron problemas. El agua provenía de un arroyo cercano y sólo había un grifo central que filtraba toda el agua. Mientras más básicas eran las cosas, más se divertían los niños”.
La familia no solo vio animales salvajes que nunca antes habían visto, sino que aprendieron lecciones importantes en el camino. “La experiencia fue muy tranquila y relajada en contraste a la vida en Bélgica”, comenta Bart. “Aprendimos mucho juntos. Comenzamos a entender diferentes formas de vivir y la actitud de la gente frente a la vida. Aprendes a respetar a la naturaleza, el ciclo de la vida, y cómo tener un papel importante en la protección del planeta. La experiencia ha abierto mucho nuestras mentes”.
Los retos que enfrentó la familia
La familia encontró algunos retos mientras estaban en el extranjero. Uno de los más grandes fue adaptarse a otro estilo de vida al vivir con una familia hospedera en Fiyi. Bart y su familia tuvieron problemas con lo caliente que era la casa, los aromas desconocidos y las diferencias en las prácticas de higiene. “Fue interesante ver lo diferente que son los valores respecto a los nuestros”, cuenta Bart. “Es importante darte cuenta de que no tienes derecho a decirle a estas personas cómo vivir. Es su estilo de vida y sus valores. Aprendimos a lidiar con la diferencias culturales, pero no fue fácil”.
La familia no se sintió insegura en ningún momento. “Teóricamente, hubo un poco de inquietud en Kenia debido a disturbios en Nairobi, pero nunca nos afectaron. El proyecto estuvo muy bien organizado y la experiencia del personal local de Projects Abroad nos impresionó mucho”.
Recapitulando la experiencia en el extranjero
“Sacamos mucho provecho de los proyectos de Conservación. Los programas estaban muy bien organizados y el personal nos recibió como parte del equipo desde el primer día. Hay muchas cosas que hacer y el personal siempre nos orientó. El único reto que tuvimos fue la barrera del idioma, porque muchos de los empleados locales hablaban inglés básico”, comenta Bart.
“También nos divertimos mucho. Los niños ayudaron a hacer chapati en Kenia mientras sacudían sus caderas bailando con los habitantes locales. Cuando estuvimos en Perú, una tarántula cayó del techo y nos dio un buen susto a todos”, dice sonriente.
Después de volver a Bélgica, la escuela pidió a los niños preparar algo para compartir sus experiencias con los otros estudiantes. “Ambos hicieron presentaciones para explicarle a todos sobre el viaje y a todos les encantaron. Quizás incluso inspiramos a algunas personas a probar el voluntariado en familia en el extranjero”.
El comienzo de un futuro lleno de aventuras
¡Estos tres viajes fueron solo el comienzo! El voluntariado internacional causó una gran impresión en Bart y su familia y ya están planeando sus próximos proyectos. “Nunca olvidaremos esta experiencia”, dice Bart. “De ahora en adelante, queremos que nuestros viajes sean así”.
Bart sueña con todos los lugares a los que quiere ir después: “Quiero visitar Nepal, Camboya, Belice y Centroamérica. ¡Básicamente quiero hacer todos los proyectos”, dice riendo.
También quiere seguir involucrando a su familia en sus futuros viajes al extranjero. “Cuando los niños sean más grandes, quizá quieran continuar con esta nueva tradición de viajar con propósito. Dejaré esa decisión en sus manos”.
Bart sigue el dicho “sueña, atrévete, hazlo”. “No lo pienses dos veces, sólo hazlo. Siempre habrá argumentos sobre por qué no debes hacer algo. Pero si siente bien, siempre terminará siendo una buena experiencia. El voluntariado internacional es algo muy diferente y para mí, fue una experiencia de crecimiento personal. Si lo haces por ti mismo puedes crecer, compartir lo mejor de ti con los demás y ayudar todavía más”.
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